Fábula inédita
  • Cuentan mis abuelos, dirán mis nietos, que en las turbulentas aguas del océano de la fe en un mar del Atlántico luchaba con fiereza un tiburón. Su cuerpo blanco estaba rayado con vetas rojas por las manchas que dejaban en su piel las luchas pasadas. Este tiburón había sido puesto por los sabios del pueblo en las barrancas para custodiar el tesoro que esta raza guardaba.

    Muchas generaciones habían salvado este tiburón, pero el pueblo desconocía cual era ese tesoro que custodiaba, y el tiburón fiel a su mandato, cuidaba, pero tampoco conocía a ciencia cierta cuál era ese tesoro. Por eso el tiburón salía a guerrear con fiereza pero a veces las cosas no se le daban y yacía decaído, agotado, a veces sin ánimo pero nunca perdía la bravura y la fuerza con que salía a cada lucha.

    En un sitio a lo alto a donde el tiburón libraba sus batallas una lechuza, heredera de los sabios, observaba día a día su faena y en la oscuridad y el silencio de la noche cavilaba sobre cómo hacer para que este tiburón siguiera siguiendo el guardián del tesoro de ese pueblo de la Arenosa, porque sus seguidores también desfallecían con él cuando el tiburón no respondía como el pueblo esperaba.

    La lechuza decidió salir a ver más de cerca las batallas del tiburón y a observar sus métodos de lucha, eran buenos pero faltaba algo y la lechuza lo descubrió. El tiburón se acostumbró a verlo sobrevolar y le tomó confianza. Así llegaron a entablar una buena amistad. La lechuza le confesó que hacía mucho tiempo lo vigilaba y el tiburón también le dijo que a veces se sentía cansado, que la gente del pueblo no respondía a apoyarlo cuando más lo necesitaba y que eso lo hacía sentirse solo en su lucha. Que él no sabía cuál era el tesoro que debía proteger, pues ya habían pasado muchas generaciones y las nuevas no le respondan con el mismo encanto que él se había acostumbrado. Que todo eso era duro.

    La lechuza le dijo- Te ayudaré- para eso me dejaron los ancianos sabios. Primero tenemos que quitarle muchas capas de coraza que tienes sobre ese escudo pintado en tu corazón.

    - ¡Pero como! – respondió fuerte el tiburón. – si eso es lo que me protege para que no me hieran.

    - Pero también es lo que te pesa – dijo la lechuza- se mas libre, ve con más confianza. Te he visto luchar y eres bueno pero le pones mucha fuerza, mucha fiereza pero te falta CREER que lo lograras, te falta Corazón, lo tienes escondido bajo esa coraza y por estarlo protegiendo no haces ese esfuerzo último cuando te sientes decaído.

    - ¿Y cuál es el tesoro porque el que siempre he luchado, tu sabes qué es? Pregunto el tiburón

    - Tienes batallas duras que afrontar, contesto la lechuza - ¡en esta próxima batalla decisiva lo sabrás!

    Intrigado, pero con fuerzas renovadas el tiburón se preparó para su combate, un rival peligroso con fama de derribar a contendores fuertes y que ahora quería irrespetar los terrenos del tiburón.

    El combate fue fierísimo, el tiburón sacaba fuerzas de donde no las tenía y la gente del pueblo que había visto a la lechuza vigilar sus batallas ya le tenía confianza.

    Pero en un descuido el tiburón quedo mal herido, la gente presagiaba lo peor, las esperanzas desfallecían y aunque el tiburón quería levantarse también sentía que las fuerzas no le daban. La gente de la Arenosa acompañaban con su silencio, sus corazones se apagaban con la desdicha del tiburón. La lechuza comprendió que tenía que hacer algo urgente y se decidió.

    Voló altiva sobre el campo de batalla...

    Voló en círculos sobre la gente, voló por encima elevándose con fuerzas, extendió sus alas al infinito y tomo fuerzas y lanzo su graznido aterrador. Aquel sonido hizo añicos la fuerte coraza que el tiburón tenía en su pecho, penetró como flecha hasta su corazón y toco fibra… L a gente sintió que ese graznido movía sus pies, elevaba sus manos y los hacia estremecer.

    - El tiburón y nosotros somos uno, comprendieron… Se levantaron y le enviaban fuerzas al decaído tiburón.

    - Ese es el tesoro- se dijo el tiburón- La unidad de este pueblo, su alegría. Este pueblo volverá a creer, a tener fe.

    Y el tiburón se levantó a la gloria, se levantó a vencer, en estas turbulentas aguas el tiburón defiende con corazón.

    Dirán mis nietos, que de esa faena se escuchó decir en todo el continente la lechuza cumplió su tarea, cuentan que volvió a las regiones donde estaban los sabios, a vigilar desde lo alto la misión del tiburón, y ahora que está más alto también vigila al pueblo de la arenosa para que no pierda su gran tesoro: su alegría, su convivencia pacífica y la fe en Dios y en ellos mismos.



    Milton Mercado de Ávila
  • fullllll notaaaaa.... esa nota :o :o :o
  • Hermano, una obra de arte, el mejor homenaje a la Lechuza que nos motivaba a ganar y ponerle corazon y fe a los partidos de nuestro Junior
  • como se nota la inspiracion por el equipo y por la lechuza q tanto nos acompaño en los partidoS!! tienes un gran talento, sigue asi y alcanzaras grandes cosas! :D!
  • EXCELENTE AMIGO...QUE TALENTO Y QUE DESCRIPCION TAN PERFECTA DEL ROMANCE ENTRE KILLA,SU EQUIPO Y SUS DOS SIMBOLOS...TIENES MUCHA IMAGINACION Y FUTURO ESCRIBIENDO, TE FALTO LA MORALEJA...AUN PUEDES INCLUIRLA PARA CERRAR CON BROCHE DE ORO ESTA IMPRESIONANTE FABULA...FELICITACIONES AMIGO MILTON...APRENDE GADO....
  • si y la lechuza esta en el estadio esa era una hijo o hijo son muchas y siempre estaran.
  •  :D :D :D :D :D :D :D :D :D :D ;) ;) ;) ;) ;) ;) ;) ;)
  • superche ...mandaselas a los jugadores ..para que sepan de que se trata jugar en junior ..se pellizquen y saquen esta vaina a delante.

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